La Tortuga se conserva....como hogar de pescadores
por Valentina Quintero, El Nacional, Septiembre 05. 2010
Asombrosa la cantidad de embarcaciones que llegan un fin de semana a esta isla. Su oferta de playas, la transparencia y salud de sus aguas, arenas muy blancas y soledad, si sabes buscar el sitio, son suficientes atractivos. La única posada fue clausurada y el proyecto turístico eliminado, así que la Isla La Tortuga, quedó como hogar de pescadores y refugio de unos loros endémicos
¿Cómo llegar? Hay una pista de aterrizaje detrás de Punta
Delgada, pero sólo para pilotos con experiencia en aviones pequeños, ya que los vientos cruzados han provocado unos cuantos accidentes. Desde Puerto La Cruz e Higuerote llegan montones de lanchas, yates y veleros, pero en forma privada.
Hay una empresa que ofrece viajes chárter desde Carenero y otras que lo hacen desde Margarita. No existen vuelos de líneas comerciales y tampoco ferrys.
Desde los aeropuertos Caracas y Metropolitano se contratan vuelos chárter. En conclusión, es costoso llegar a La Tortuga.
¿Qué tiene de especial? Soledad y silencio en la mitad del mar, azules en todos los tonos, arenas blancas y cielos limpios. Así es La Tortuga, con 27 kilómetros de largo y 9 de ancho, pequeños caseríos de pescadores y una posada recién clausurada. No hay agua dulce, luz, teléfonos ni televisión.
El plan es explorar y gozar sus playas, hacer snorkeling o buceo y navegar.
El proyecto de desarrollo turístico se paró por presión de la Fundación La Tortuga. Se agradece. Hay maravillas en fósiles y descubrieron una especie endémica de loros. Los traslados entre un sitio y otro son largos, dependiendo de la embarcación. En ninguna parte hay sillas o toldos para alquilar, y ni soñar con un tarantín de empanadas o agua de coco. Lo que quieras debes llevarlo.
Un recorrido. La visita se concentra en Punta Delgada, con la pista de aterrizaje en la parte de atrás. Playas inmensas de arena muy blanca que, por alguna extraña y generosa razón, jamás se pone caliente. En la orilla son poco profundas y no hay olas. Es tal cual como una piscina, con fondo de arena sin pedreguyeros,
nada de corrientes malandras y libre de alimañas.
Aquí se concentran casi todas las embarcaciones que vienen de visita por el fin de semana desde Puerto La Cruz, ya que les queda más cerca.
También hay rancherías de pescadores y quedaba la Posada Rancho Yemayá, la cual fue clausurada por Inatur el 5 de agosto, según resolución de 2008. Supimos que su dueña, María Eugenia Joya, está en diligencias para recuperar el permiso.
En cayo Herradura y Los Tortuguillos anclan las lanchas y yates que vienen desde Carenero e Higuerote, pues llegan más rápido. La playa de Herradura es igualmente bella, transparente y con su arena blanquita y primorosa. Los Tortuguillos norte y sur, son dos cayos pequeños e igualmente solitarios, con una piscina preciosa gracias a una barrera de coral y una salina donde se abastecen
los pescadores para salar su pesca, única manera de conservarla en buen estado.
Otra visita memorable es un recorrido por la laguna de Carenero. Lo ideal es irse al final de la tarde y navegar en botecitos pequeños, con tiempo para mirar las montañas de corales que se le lanzan encima a la laguna. Si se fijan bien, verán los corales cachos de venado y los cerebros, totalmente fosilizados, pues antes era una formación bajo el agua.
Visita reciente. El fin de semana pasado estuvimos recorriendo parte de La Tortuga.
Nos asombró la cantidad de embarcaciones concentradas en Punta Delgada repitiendo el mismo comportamiento de las islas en los alrededores de Puerto La Cruz: música a volúmenes desatados, lanchas y yates amarrados unos de otros como si no hubiera espacio y tomadera descontrolada.
Lo mismo pudimos observar en cayo Herradura. Tenía la impresión de que si te vas tan lejos es para escuchar el mar y el viento, estar en contacto con la naturaleza y regalarte un poquito de soledad. Pero parece que la diversión está en el ruido y la muchedumbre.
Sin embargo llegamos hasta Los Palanquines, una bahía entre Herradura y Punta Delgada, donde conseguimos sólo 7 veleros, todos provenientes de otros países: Francia, Canadá y Estados Unidos, separados unos de otros. Estaban dichosos con aquel silencio sereno de un mar transparente e inmóvil, aprovechando cada segundo de naturaleza virgen, con sus hijos disfrutando de una playa solitaria, armando una ranchería a lo Robinson Crusoe. Ahí nos quedamos a convivir con este regalo de la naturaleza que es la isla de La Tortuga al natural.
Ahora los invito a ver los videos correspondientes a este articulo.
Parte 1:
Parte 2:
Parte 3:
Parte 4: