domingo, 8 de agosto de 2010

Naufragios y tesoros I

Continuando con mi pasión, por los Naufragios, e indagando historias y recopilando información de algunos de estos sitios inexplorados, siempre hay historias interesantes, de las cuales muchos no conocemos, y siguiendo la filosofía, del Gran Tito Rodríguez, Director del Instituto Argentino de Buceo (Que El Dios Zeus lo tenga en sus Aguas). "No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce"… Estos artículos, son los que nos han motivado a seguir investigando y “soñando” podría ser la palabra? Tanto Gerardo mi socio como yo, siempre nos ha gustado indagar (en libros, Internet, revistas y cuanto articulo interesante consigamos por alli) y planificar viajes en un futuro, para conseguir el Tesoro más preciado y grande jamás encontrado, como es: "Un naufragio con una leyenda". Y que seamos nosotros los pioneros en estudiarla y contarla, ya que no aspiramos conseguir tesoros y lingotes de oro, porque para nosotros, lo importante es la satisfacción de encontrar una historia, una leyenda… (Aunque si conseguimos un tesorito dentro del ámbito legal, que nos ayude en estos estudios y a comprarnos nuestro barquito…. Pues bienvenido sea, jeje) Pero, sigamos con nuestra historia, esta vez con un artículo publicado por Adriana Rivera, recuerden que siempre los cuentos son en 2 partes: El mar de La Sabana nos espera ¿Qué tal si un día las aguas del mar se evaporaran y el inmenso paisaje marino queda desnudo, como un desierto? Dado que se trata de algo tan absurdo, quizás nadie lo haya imaginado. No obstante, vale la pena fantasear con todo lo que podría suceder. Quedarían infinitos esqueletos, piedras preciosas, paisajes desconocidos, barcos que nunca llegaron a su destino, pero también tesoros riquísimos, arsenales de batallas perdidas, otro mundo, en fin, capaz de suscitar discordias y disputas. Hay quienes saben que el mar oculta mil leyendas y se han especializado en la investigación histórica, en las rutas de los grandes naufragios de los tiempos imperiales. El último gran hallazgo de los cazadores de tesoros submarinos fue protagonizado por unos exploradores estadounidenses, la compañía Odyssey, quienes ubicaron los restos de un navío español del siglo XVIII, cuyo valor se calcula en 4,2 millardos de dólares. Con el hallazgo vino la disputa jurídica, ¿de quién es el tesoro, del país en cuyos fondos marinos está el naufragio o de quienes lo ubicaron? ¿Cuántos tesoros o naufragios guarda el mar venezolano? La pregunta viene a cuento porque el cuerpo dominical del periodico Venezolano el Nacional: "Siete Días" dedica sus páginas a una investigación de Adriana Rivera que cautivará a nuestros lectores. Al este del estado Vargas está el pueblo de La Sabana, y en las aguas del mar, "a menos de 100 
metros", hay sorpresas. Más allá de las langostas y de los peces que se rinden al arpón, están los restos de un antiguo barco que se fue a pique, nadie sabe cómo, si en batalla o en fatiga. La historia comenzó cuando unos pescadores extrajeron entre 6 y 12 cañones, de 400 años de antigüedad, según los enterados. Además, también cajas y cofres acompañan a los cañones. No se sabe si silenciosamente algunos cazadores submarinos ya pasaron por allí. De modo que como lo relata Adriana Rivera la leyenda de los cañones hundidos se ramifica en muchas otras. Algunos cañones fueron fundidos porque los pobres de espíritu que los han extraído no conocen su valor, y al bronce de 400 lo vendieron como chatarra. Uno de los protagonistas es el buzo José Antonio Laya que cuenta un poco de la historia oculta. Su testimonio es válido: "Vi que sacaron los cañones en dos lanchas, pero no imaginé que eran patrimonio. Después le conté a la gente que habían sacado eso y el pueblo se sintió robado. Los de Naiguatá me amenazaron de muerte por haber hablado y hasta la Armada me buscaba. Me tuvieron que poner protección policial". Cuenta, además, que en sus inmersiones ha visto al menos 50 cañones de bronce, además cajas y cajas cuyo contenido desconoce. Si hay algo que sorprende es la parsimonia de la Armada venezolana enterada del hallazgo y no muy motivada. Como es obvio, lo que el mar de La Sabana esconde es patrimonio de la nación, y es al Instituto del Patrimonio al cual le corresponde la última palabra. Adriana Rivera escribió los primeros capítulos de una historia que apenas comienza. El mar de La Sabana nos espera.

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